26 Dec
26Dec

Me levante el jueves 22 de diciembre a las 4:00 am. Trate de comer rápido por primera vez en mi vida, bajé las escaleras y abrí la puerta del Uber. Llegué con dos horas de anticipación a mi cita en Campus France. DOS HORAS. Si, tenía que estar loca. Pero quería tener tiempo de sobra para ser la primera para evitar todo tipo de problemas "y eventos desafortunados" Me paré dos horas en frente de un edificio cerrado. En la calle justa donde me habían roto el corazón. Cuanto sentí desde el alma que si, que todo en la vida está conectado y que la separación es la mayor ilusión que puede existir. Mi vida, como siempre lo había sentido parecía predestinada. Una sensación que no era nueva ¿Por que huir de lo inevitable.? Me dispuse a resistir mental y físicamente a cada recuerdo que me traía ese lugar y en donde había sido más que feliz. Pasaban los indigentes, los drogados, los locos, los ladrones, los señores del tinto, los estudiantes, toda esa gente muerta de Bogotá. Toda frente a mí. El celador y la policía de Transmilenio me observan intrigados. Yo como siempre no encajaba en el cuadro típico de Bogotá. Estaba demasiado elegante para estar en la 19. Y a pesar de que esa madrugada traté por primera vez de pasar desapercibida. No lo logré. No. No estoy hecha para ser del montón ni esforzándome porque así lo quisiera. Llegaron dos chicas una Caleña y otra Paisa. Abrieron la enorme puerta negra. Entre de inmediato, me quite la chaqueta y la bufanda. Como todo lo que tiene que ver con sedes de Francia el primer contacto que tienes es con la galería de arte para exposiciones. El celador recibió al primer entrevistador de Campus France un hombre de mi edad que por su acento no nació en Colombia ni por accidente. Luego llegó otro pero este era mucho más grande y mucho más estilizado que el anterior, ¡ah sí! ¡y mucho más francés! El celador le comento sorprendido que yo estaba aquí desde la madrugada. Y yo que estaba ansiosa por ir a la embajada de Francia sin perder un minuto. Actué. Me perfume de valiente como si mis dibujos se expusieran en el museo de Louvre. Y dije con un tono preciso "Estoy aquí desde las cinco de la mañana esperando a que abrieran a las 8:00 como esta en la página oficial y abrieron a las 8:30 am" Los ojos azules del hombre de traje a la medida y corbata plana se clavaron directamente en los míos. Levantó el brazo y movió la mano con un gesto. "Venga conmigo" dijo. Subí las escaleras. El ambiente era de un gusto minimalista exquisito. Caminé hacia dos oficinas, una era un cubículo pequeño donde el chico joven estaba sentado y la otra oficina era grande y mucho más cómoda en donde al parecer había alguien con más poder. Todo, en vidrio transparente y piso de madera. Él entró en la oficina y yo me quedé en la puerta de vidrio, mirándolo. "Dígame su nombre" Se lo dije. Respondió de inmediato en Francés "Su nombre no está en la lista" Sentí, como se me congelaban las entrañas. "Dígame su código de Campus France" Se lo dije. Comenzó a teclear y ha hablar en francés. Entendí perfecto lo que decía. Le preguntó a su compañero si yo estaba en los registros de citas de ese día. Y el chico más joven se aseguró de buscar y no encontró nada. El hombre estilizado francés me dijo "Usted es de nuestros estudiantes de Campus France tengo todos sus documentos pero usted no envió el correo de confirmación para la cita de Campus France, hoy." Giró la pantalla del computador y confirmé con horror que no lo había enviado. Solo tenía que enviar un correo con mi nombre. Esa estupidez me complicó la existencia en un segundo. De repente la historia del bisabuelo loco que perdió la fortuna de la familia en una apuesta se actualizó en mi mente con la imagen de mis hijos contando la historia a mis nietos de que no éramos millonarios por que yo, la abuela loca de la familia no envié un correo de confirmación y no pude viajar a Francia. Yo tenia la culpa. Me prendí en fuego por dentro y me dije (ya Ana, es una estupidez, salgo de esta oficina y hago las llamadas correctas para que me agenden otra cita y ya, si me tengo que quedar más días en Bogotá me quedó, es un problema mínimo, no es el fin del mundo, sacó otra cita en la embajada ¡oh mierda la cita en la embajada! Esa no la puedo sacar tan rápido.) Abrí la boca y con acento fuerte, pregunté "¿Puedo ir a la embajada y después volver a Campus France?" Los ojos azules se clavaron en mí y fueron todavía más frías las palabras en español impregnadas con un leve acento francés. "Imposible ningún estudiante puede ingresar a la embajada sin la aprobación de Campus France."

(OH MIERDA) Y yo no podía tener cita sin cita, pensé mejor llamo a alguien, este tipo por ser francés tiene un carácter del orto y ademas fue mi culpa. Es justo. No pelearé. Pero tampoco le voy a rogar. Estaba cagada del susto. Eso sí. Pero le dije fuerte y claro "Es mi culpa porque yo no envié el correo. Muchas gracias." Aun parada en el marco de la puerta con la mano en la perilla estaba totalmente dispuesta a irme y cerrar la puerta de esa oficina de cristal. Cuando pasó el milagro más increíble del universo y yo lo presencié en carne propia. El hombre francés levantó el brazo y dijo "Espere" y con algo de mala gana continuo "Siéntese" Me senté asustada. Comenzó a teclear y ha hablar en francés con el chico joven. Entendí a medias. Al parecer quería crearme la cita y le estaba preguntando como agendarla. Sacó mis documentos de una pila de diez sobres de manila. Tomó un resaltador amarillo y comenzó hoja por hoja preguntándome sin saltarse nada. Todo lo contesté. Hasta que obviamente llegó a algo que estaba buscando, un número que no cuadraba con una carta de extrajuicio. Mi mente que había trabajado fiel a mis órdenes en la mañana, en la espera de dos horas, se había repuesto al golpazo del correo no enviado dándome calma y fuerza a la actitud desafiante de aquel francés para contestarle con claridad y sin mostrar miedo, mi mente que había contestado pregunta tras pregunta esforzándose para no fallarme, trato de entender como pudo pero estaba haciendo un esfuerzo sobrenatural y no lo logró. Me dije a mi misma (Yo sé porque pero no tengo la respuesta ahora) Le dije "No sé señor se que los extractos financieros están completos" Y él me dijo cortante "Los extractos no son el problema es este numero" De nuevo mi cerebro seguía buscando la respuesta pero no logró encontrarla en tan poco tiempo. "No sé señor" Lo miré. Ordenó los papeles y los colocó en el sobre de nuevo. Sin dejar de mirarme. Me dijo "El único papel que tiene un problema es este, todos los demás están bien" Dobló el sobre de manila y le colocó tres sellos. Mientras tanto yo escuchaba la entrevista de al lado. Gentilmente el chico joven le preguntaba a la chica Caleña porque iba a viajar a París. Parecía más un café con amigos que una entrevista, yo escuchaba risas. Amargamente entendí que estaba con el responsable directo de Campus France. El tipo con el que nadie quiere tener una entrevista. Y yo llevaba una hora con él. Sus ojos azules me miraban y arrastrando las palabras dijo "Yo no hago esto por nadie señorita, espero que no se acostumbre a que alguien le solucioné los problemas en Francia porque eso NUNCA va a pasar. Y otra cosa NUNCA vuelva a llegar a las cinco de la mañana a Campus France, esta zona es extremadamente peligrosa y usted es una de nuestras estudiantes SOMOS responsables por usted." Estiró su brazo con el sobre de manila y dijo "Feliz viaje" Le recibí el sobre con ambas manos. Yo lo miraba a los ojos y le dije seriamente "Gracias" Estaba muy mareada no sabia que había pasado. El muchacho joven se apresuró a abrirme la puerta de la oficina para que yo saliera. Me despedí. Baje las escaleras creyendo lo imposible, nadie me iba creer lo que pasó. Nadie. ¿Porqué? Porque un francés jamás rompe el protocolo y menos por una colombiana. Fui testigo protagonista de un milagro una mañana de navidad en Bogotá. Sin la aprobación de este señor tan francés no podía ni siquiera soñar con tocar la puerta de la embajada. Llegué. El edificio de la embajada francesa en Colombia tiene la misma seguridad que un aeropuerto internacional fusionado con una cárcel de máxima seguridad. Se lleva por mucho a la embajada de Estados Unidos que parece más un centro comercial. Dos chicos jóvenes estaban en la puerta blindada esperando. Uno de ellos se giro, me miro y dijo "Si quieres sigue tú primero" Yo sin vacilar le di las gracias muy extrañada por esa amabilidad rola que nunca conocí ni enamorada. Los guardias de seguridad estaban detrás del vidrio polarizado dentro de un cuarto lleno de computadores. "Señorita deje todo sus elementos electrónicos, celular, tableta, y computador apagados y páselos por la ranura" Sonó el micrófono y eso fue exactamente lo que hice. Después el micrófono sonó otra vez "Pase su bolso y su chaqueta por la banda transportadora de rayos x" y finalmente pase yo el detector de metales. Me dieron un ficho. Abrí la segunda puerta blindada. Había una alfombra roja que cubría todo el suelo, a los lados habían dos jardines zen y más adelante unas escaleras. Habia un chico en las escaleras esperando y delante de el había una puerta blindada que decía visas en vidrio. Entré. Otro ambiente completamente diferente apareció, una nueva alfombra europea con figuras geométricas complejas cubría todo el piso. Un espacio como para 30 personas con su sala de espera y otro jardín zen. Una pequeña biblioteca iluminada hacia gala de la cultura orgullosa del país. Me senté en la primera fila. "Demasiado elegante." Pensé. Me encantó. Más adelante estaban las cabinas transparentes blindadas con un diseño bastante bueno. Allí estaba la Caleña todavía en su entrevista. ¿Todavía? Pero como si ella salió antes que yo de esa entrevista que parecía más un café. Abrí mi bolso y saqué un cuaderno para leer las preguntas que podían hacerme. Yo estaba más que preparada. Comencé a escuchar las preguntas que le hacía la cónsul a la chica de Cali. La cónsul estaba molesta y la Caleña muy nerviosa. Efectivamente había un problema, las preguntas se alargaban más y más. Hasta que la cónsul por cansancio decidió pedirle que pagara la visa en efectivo. La cónsul se enojó todavía más y dijo "Tiene que darme el dinero en efectivo, yo no tengo cambio" continuó "Eso está claramente estipulado en la página de Campus France, usted no lo leyó" Sentí una profunda compasión y valentía, la caleña se tocaba los bolsillos buscando monedas. Hablé fuerte y claro "¿Necesita monedas?" La Caleña me miró y asustada dijo "Sí" Abrí mi bolso y saqué mi monedero. Yo había leído en la página oficial que debíamos llevar el monto exacto en billetes y monedas. Yo llevaba de sobra. Le pregunté "¿Cuánto necesita?" Ella me dijo "trescientos pesos" Se los dí. La caleña salió. No la miré. La cónsul se dirigió a mí. Deslizó un pequeño sobre atraves de la ventanilla blindada que venía directamente de Francia, y que solo yo estaba autorizada abrir, dentro había una pequeña foto mía, lo recordé de inmediato, en Colombia las medidas de la foto para el carnet francés de la universidad no existen y tuve que explicar eso en un correo pero nunca me imaginé que enviarán la foto impresa con las medidas para el carnet el dia de mi entrevista. Cuánta precisión. Mi entrevista fue impecable. Salí en un minuto. Me preguntó absolutamente todo y todo lo contesté sin problemas. Ella solo decía "Correcto" tan relajada estaba que cuando coloqué las huellas ella tomó el celular y dijo "Rafael cancele las otras citas, hoy no voy a recibir más gente" Me despedí y salí. Salí feliz.

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