Las hojas sonaban, acababa de salir del trabajo, estaba buscando la estación para llegar a casa, miraba el cielo, me gusta mirar el cielo más que mirarme en los espejos de los baños. Miré el semáforo, el aire de otoño se sentía helado. Al otro lado de la calle estaba solo un alma. La calle estaba desierta, él estaba esperando cruzar igual que yo. El último auto pasó, el sonido nos hizo mirar hacia al frente. Las miradas chocaron. Era la escena del final de cualquier película de Hollywood en los sesenta, una pareja que se divide por una calle donde pasan los autos, y de repente no pasa ninguno, el semáforo cambia, y ambos se quedan mirándose el uno al otro, en una tarde otoño donde el sol se acuesta. Nosotros no éramos extraños. Valentín había convulsionado hasta el último intento posible por convencerme de estar con él. No descanso en todo el semestre. Yo era su tarea diaria y obligatoria. Avancé. Fui yo quién cruzó la calle. Él no se movía, se quedó petrificado, sin embargo me miraba, y espero a que yo me acercará. Comenzó una conversación acerca de mí, porque no pregunté nada sobre él. Nunca pensé que fuera posible que nos encontráramos.
Hizo esos chistes de humor negro malisimos que siempre hace para intentar hacerme reír, siempre queda como un tonto dentro de mi mente. Sonreí. Nos despedimos. Yo había llegado con una hora de anterioridad al trabajo, me había perdido dos veces ese día porque tomé una ruta diferente, me detuve a ver una agencia, me detuve a leer posters de los próximos conciertos, mandé algunos mensajes, fui al banco, tomé agua, en mi trabajo nada parecía fuera de lo normal, de hecho ese día me quedé más tiempo hablando con mi jefa, no tenía prisa, simplemente abrí la puerta y salí. Estaba caminando. ¿Y si hubiera sido diferente? ¿Y si no me hubiera perdido? ¿si mi jefa no hubiera querido hablar de más? ¿Si no hubiera mirado el cielo? La coincidencia, es un suceso que me sigue pareciendo un profundo misterio, dos personas con mentes distintas, lenguajes distintos, vidas distintas, que toman decisiones distintas, y se encuentran. ¿Es posible que hayan encuentros predestinados? Los encuentros no son accidentes, pero ¿porque la vida quería que nosotros dos habláramos? No nos hacíamos falta ¿Él habría deseado verme otra vez? ¿o yo lo atraje con mi mente? Estaba segura que ese día no había pensado en él, muy raras veces aparecía en mis recuerdos, pero había uno, sí, un recuerdo que hacia parte de mis recuerdos más especiales dónde él aparecía, él estaba en uno de mis recuerdos inolvidables, antes de que me aplaudieran en la clase, Valentín había leído ese texto que yo escribí, para ayudarme a corregir los acentos en francés, que él conoce de memoria, su cara de fascinación era tal que pensé que en realidad le había gustado, después admitió que yo escribía mejor que muchos franceses que él conocía, pensé que era uno de sus intentos de lamboneria barata, pero tuvo razón, fui la mejor, me felicitó, él me aplaudió mucho ese día, fue él primero en comenzar a aplaudir, eso me sorprendió mucho, porque lo miré mientras escuchaba la lluvia de aplausos, estaba contentísimo recuerdo, y muy orgulloso, tal vez por eso nos encontramos, compartimos un recuerdo de admiración, al parecer bastante fuerte, soy creyente de que las personas se encuentran en parte porque se han pensado con una frecuencia especial, pero había algo más. Una mujer se ofreció a pagarme el pasaje de vuelta casa. Recuerdo que había un músico ingles en el metro, que cantaba maravilloso. Se cerraron las puertas, yo miré por la ventana, el cielo parecía una copa de vino blanco, algo me tocó muy dentro en ese momento.