Tipos que se autoproclaman de ser grandes de la literatura, se llenan la boca con frases de Borges, las canciones de Chopin que se guardan en el celular de las veces que quisieron suicidarse y la galería llena con fotos de gatos. Porque últimamente si trataste de suicidarte entonces es porque escribes muy bien, si tienes un gato entonces eres más interesante, y si llenas la cuenta de fotos de paginas de libros en ingles entonces indudablemente eres un intelectual y no papito, no. Bájese de esa nube de utopías egocentristas con las que se droga por las noches cuando inicia sesión en Twitter. Porque si, su vida es una sesión de Twitter, su vida es justamente toquetear un pedazo de vidrio con las manos sucias. ¿Fue a la biblioteca esta semana? Ah espera, no cierto. ¿Has limpiado la mierda de un gato? AH NO CIERTO.
La joven promesa de la literatura, parece ser un imbécil con demasiado ego y demasiado tiempo libre, que no lavara seguramente los platos en los que come, que todavía le lavan la ropa, y que por supuesto dejará que la mamá le haga la cena por las noches y se la deje en el microondas. Que tuitea que se quiere morir pero que se muere con una gripe en invierno.
No eres el protegido de Borges, no eres especial, eres un mártir con wifi.
Como todos.