El coraje que llevaba de esa mañana mientras atravesaba el mar de esporas perdidas, me hizo recordar a todos los reyes del pasado, a todos los hombres a los que servi. Amores muertos flotando por todas partes, amores perdidos en el tiempo naufragando en el viento. El viento siempre ha tenido la forma fugaz de mi vida, de una vida que arrasó con tantas personas. Los de siempre ya no somos los mismos y nuestras vidas tan íntimamente entrelazadas se separaron a una velocidad espeluznante, el comienzo de las guerras con nosotros mismos y las guerras con los demás, todos llevamos la derrota en la sangre. Si, al nacer heredas un naufragio, heredas la colección usada de guerras perdidas.
Supe que Henry me había liberado. Era libre. Comencé a correr, me sentía ligera, corría, el respirar se hacía más difícil, los labios se me secaban, el cabello se elevaba y se iluminaba por el sol en ese mar de esporas blancas y grises. Las personas me miraban pasar, pero lo cierto era que yo no los podía ver.
Parecía que los árboles me susurraban, parecía que nacían murmullos entre las hojas que caían y las hojas que colgaban. Henry podía bien ser otra guerra perdida, otro desembarco del rey, otra ciudadela en llamas hecha cenizas, otro dragón muerto, pero yo era libre. Volví a ser libre. Volví a sentir que no tenía destino. Volví a sentir que escapaba.
Henry derrocó al hombre anterior a él, y eso mis amigos, eso, es decir mucho. Una liberación que había deseado por mucho, mucho tiempo. Es curiosa la forma en la que los seres humanos dejan de amar, pero al fin la entiendo, entiendo cómo sucedió esta vez, solo basta con cerrar los ojos, para sentir la verdad. Un dolor se impone sobre otro hasta que lo quiebra. No se debería decir "la amo mas" no, eso es falso, la verdad es "siento mas dolor por ella" porque siento mas dolor de perderla que a ti.
Henry se impuso insoportablemente entre cualquier otro. Eso fue escalofriante y al mismo tiempo liberador. Pero así fue. Así sigue siendo. Me abrazaría a él, lo besaría ahora mismo hasta provocarlo, hasta que me hiciera suya de buena o de muy mala gana y me consumiera por completo, porque eso es el cuerpo de una mujer, un veneno, que si se bebe por completo te vuelve mortal. Y yo lo quiero envenenar, siempre deseo envenenarlo. Podríamos enamorarnos de otros, pero lo cierto es que, lo que nos ocurrió no volverá a ocurrir. Estamos en medio de un amor extrañamente insólito, no es suyo, no es mio. Es un amor que a ambos nos molesta, nos jode la vida, porque no es que nos guste particularmente sufrir. Pero también es un amor que viene con prosas célticas, ruinas de castillos, con susurros del viento, con un cielo azul, un sol entre las ramas de los árboles y un viento frío antes del verano que hace susurrar las hojas. Muchas veces siento esa rabia terrible hacia él, de que no me mire de una manera delirante, siento rabia de verlo tan tranquilo, siempre tan imperturbable, y lo que yo quiero es verlo frenético, buscandome como un lunático. Como un lobo que se muere de hambre en invierno y le aúlla la luna desesperado. Quiero un amor como el que enloquece a lo reyes y pone celosos a los dioses. Porque hace mucho tiempo deje ir la oportunidad de estar con un hombre que me amó sin amarlo, porque nunca buscas lo que abandonaste.