El silencio azul.
El silencioso cuarto parecía tener un color azulado, pero yo aún no abría los ojos estaba boca abajo entre las sabanas limpias, empecé a despertarme cuando recordé que él estaba durmiendo en la sala, "sé que no ha dormido nada" pensé, me giré, miré hacia el techo y empecé a mover los dedos de los pies entre las sabanas frías, todavía estábamos a finales del verano la luz tocaba todas las paredes y entraba a mis manos frías, una mano estaba atrapada entre mis piernas, y me llevé la otra hacia mi cabello, del cabello a mi vientre, del vientre al otro lado, al vacío de la cama, "lo extraño" pensé, "debo ir a buscarlo" suspiré sin decir una palabra. Habia tratado de dormirme varias veces durante la noche pero no lograba descansar, que extraña sensación, que raro es todo esto, estaba excesivamente cómoda y no pude dormir sino tres horas. Me levanté con brusquedad de un sólo tirón, mire la luz azul del reloj digital negro que había en la mesa de noche, 8:00 Am, "¿que hago despierta a las ocho de la mañana? Mi yo de adolescente jamás me lo hubiera perdonado" pensé tratando de no hacer mala cara, el sentimiento de extrañarlo me parece insoportable porque aparece cuando es la hora de dormir, cuando es muy tarde durante la noche, cuando todo queda en un profundo silencio, y claro, yo estoy en esa cama fría con los ojos cerrados boca abajo durmiendo muy mal.
Abrí la puerta, la luz atravesaba el corredor así que el día debía tener un cielo azul maravilloso justo para no salir y quedarme durmiendo. Descalza, abrí la segunda puerta, pero no hacia falta adivinar que él tampoco había dormido nada, si a Thibault le quitas una sola hora de las ocho de su calendario gregoriano va tener una extraña resignación todo el día, lamentándose secretamente por esa hora que dejo perder, como si la hora fuese uno de sus dos amigos de siempre, Robin y Aziz.
Estaba tratando como podía de acomodarse en el sofá, me pareció gracioso, es obvio que no lo consigo en toda la noche, ahora será más difícil hacerlo en la madrugada, sin cobija y con la misma ropa de ayer, le tomé del brazo y le dije "vamos a la cama" "te extraño" sonriendo se hizo el chico difícil por tres segundos, me reí, le hale del brazo suavecito sin mucho esfuerzo, se levanto rápido sin queja y caminamos cogidos de la mano cansados de tratar de dormir uno lejos del otro, fue una resignación mutua porque ¡qué más da! estamos en una pandemia nos podemos morir mañana, y yo no sirvo para esperar nada, me gustaba mucho estar con él, era lo único que tenía claro a las ocho de la mañana, nada más. ¡No era normal! decíamos todo el tiempo, ¡no es normal!, yo era una imbécil que no aceptaba el hecho irrevocable de que no iba a poder evitar el golpazo de correr y resbalarme por las escaleras cayendo de culo, por haberlo querido tan rápido y tan pronto. Claro que lo veía venir, pero por supuesto que lo vi venir, pero como siempre yo no estaba preparada para ponerle un freno a mi amor.
Me subo a la cama, él cierra la puerta, se sube a la cama, me deja dormir en su lado favorito, se saca su pantalón negro, y yo me acerco suavecito para quitarle las gafas y lo besó, como amo que use gafas, lo mucho que me excita un hombre con gafas no esta escrito, dejo las gafas en la mesa de noche dónde esta la caja de condones, las toallitas húmedas, la crema con olor a mandarina, el reloj con alarma, la botella de agua y mis medicamentos para la fiebre, él me toma de ambas manos, entrecruzamos los dedos, mano a mano, como un cangrejo con sus pinzas, atrapa y no suelta, no me suelta ni dormido, lo abrazo, me abraza, dormimos boca arriba, dormimos boca abajo, le babeo su camisa negra, él comienza roncar, se abraza a mi cintura, recuerdo esa imagen terrible de su cabeza en mi vientre, su brazo bajo mi espalda y el otro por encima de mi cintura haciendo una cerradura perfecta, atrapa y no suelta, bien cómodo si se veía, yo lo miraba asombrada, quizás porque la imagen me pareció un horrible símbolo de vulnerabilidad, si hubiera querido hubiera podido clavarle una estaca en la espalda, pero no lo hice, aunque ahora si que me hubiese gustado, lo que en realidad hice fue acariciarle el cuello, la espalda y la barba corta con la única mano que me quedaba libre, claro libre hasta que él volviera a buscarla, me quedé mirándolo mucho tiempo y le dije "Estas muy consentido" levantó los hombros y dijo "huuummmm, pero a ti te gusta mucho consentirme" "Si, es verdad" pensé, le he mimado demasiado, la ternura por el hombre se me iba de las manos, en ese momento me prometí ser más fría antes de que se convirtiera en un caprichoso egoísta para siempre, y sin soltarnos de las manos ni una vez, juntos, caímos en un sueño profundo.
Escucho algunas aves cantando, debe ser la tarde, abro los ojos, que buen descanso, cuanta tranquilidad hay aquí, hace mucho no me sentía tan tranquila hasta parece que no estoy gravemente enferma ¿pero que hora es? 3:40pm. Thibault esta profundente dormido con su rostro hacia la ventana, me quedo mirándolo en silencio, seguro está exhausto porque llegamos del trabajo ayer pero aún cansados nos quedamos despiertos hasta la madrugada más besándonos que hablando, sumado que ninguno durmió bien después de que nos separamos "para dormir mejor" mala idea, el hombre pasa la vida totalmente entregado a dos pantallas enormes analizando códigos que están en la sala, mira y mira números, de videollamada en videollamada, entonces, decidí no joderle el sueño, me levanté de la cama con un esfuerzo terrible por no hacer ruido, me lleno de emoción porque logro salir del cuarto sin que él se despierte, me voy a la sala que esta llena de luz, y veo el libro aquel que Thibault se esta leyendo durante este mes, se lee tres libros por mes, el apartamento es más biblioteca que otra cosa, lo que me parece extremadamente sexy en un hombre, y más en uno de mi misma edad, ese libro blanco sobre la mesa con la imagen de un castillo es la saga de fantasía que esta de moda en Francia, lo tomo y decido ponerme a leer en el balcón, la historia es bastante buena, es estilo juego de tronos, me acuesto en la hamaca y subo los pies a la pared, mientras leo pienso "seguro que cuando se despierte él va pensar que me fui temprano, se enojara o se asustara, que importa, que sufra" me dan ganas de reírme sola, ¡ah! ¡la felicidad! la felicidad de ver sufrir al otro por uno, que rico se siente eso, una hora y media después entra por el balcón "Ana, estabas aquí, ¿Qué haces?" "estoy manejando hacia París" le dije sarcásticamente, nos miramos, me levanta la ceja y nos reímos, él trae una silla del comedor blanco y se sienta a mi lado, muy cerca de la hamaca y me toma de la mano. Yo sentía que volvía a relajarme y tenia el control de la no-dependencia, pero ¡boom! ese gesto me explota la cabeza, amor como vas ha hacer algo sin que yo te lo pida mil veces, como es que vas a tomar la iniciativa así de maravilloso y me vas a conmover de esa forma tan linda, me va tocar disimular para que no te des cuenta de lo mucho que boto la baba por ti. Maldito hijo de puta.
Thibault recuerda que la lavadora termino el ciclo de lavado, se levanta y comienza extender la ropa, yo me quedo en la hamaca mirándolo, hablamos mientras él extiende todo ese marrujo de prendas, verlo extender la ropa es algo que me fascina, lo hace tan pero tan bien, es phD extendiendo ropa, a mi lo que me gusta es comprar el detergente, me encanta abrir las botellas de plástico en el supermercado y oler cada versión nueva que sacan las marcas para que cuando la ropa salga de la lavadora y se seque quede con un aroma especial, los detalles insignificantes son los más importantes para mi, ese aroma a "yo tengo en casa alguien que me quiere y se preocupa por mi" a él se le da muy bien doblar la ropa es como una mamá, igualito a una mamá, le ayudaría pero se va a enojar conmigo porque yo he tenido una fiebre muy alta toda la semana, y lo que él quiere es que yo este tranquila, quieta, ahora dice que va llamar al doctor, sabemos que no es el covid porque nos hicimos el examen drive con el isotopo, llamamos al médico, colocamos el celular en altavoz y nos da las mismas indicaciones de hace dos dias, blablabla, colgamos. Él me mira "¿Que hacemos?" y yo le respondo "Nada, ¿nos vamos a morir que es lo último que te gustaría hacer?" Él se ríe y comienza hacerme cosquillas, las cosquillas de Thibault no dan gracia, pero yo siempre me río, me río porque lo quiero, se levanta, saca las verduras de la nevera, se sienta en la mesa con su tabla de madera y empieza a hablar de su hermana, la quejadera de siempre, voy al baño dejo la puerta abierta lo sigo escuchando y me coloco ese champú de coco natural rosado, me ducho con agua caliente pero me vuelvo a poner la pijama, somos expertos en decir que si a un plan con amigos y nunca llegar, los amigos que siguen invitándonos es porque son verdaderos optimistas o nos quieren de verdad, salgo y sigue hablando de la hermana, me encanta escucharlo, sé que se queja pero al final no le va decir ni media palabra, así es él, quejas y nada de acción, me siento junto a él hipnotizada por el buen humor que tenemos, pica con el cuchillo sobre la tabla de madera ese montón de legumbres, yo ni me sé los nombres de esos vegetales en español, al fin y al cabo me he resignado a comer como una vaca y no precisamente por la cantidad sino por qué lo único que comemos cuando él cocina es verduras y frutas, (risas) desde que Thibault se volvió vegetariano habiendo comido tocino toda su vida, los vegetales se convirtieron en la revelación divina a la que es creyente fiel, como si el Dalai lama se le hubiera aparecido en un aguacate, y yo, bueno, yo me trago todo por física y pura hambre, como para sobrevivir más bien, recojo y lavo los platos porque odio ver como se acumulan los trastes en el lavabo, se ve horrible, y Thibault es experto en decir "mañana" aprovecho que se ducha y los lavo, los lavo todos, porque habían más del dia de ayer, organizo la cocina, queda como me gusta todo en su puesto, y él llega diciendo "pero que estas haciendo suelta esa esponja, estas enferma, tienes que descansar, Ana acuéstate en el sofá, ¿quieres pizza? ¿pedimos pizza?" Le iba a responder como mi abuela solía responderle a mi abuelo cuando le preguntaba dónde estaba el destornillador "¡Eduardo a mi no me joda!" (risas) pero él ha dicho pizza, o sea música para mis oídos, si claro que clase de pregunta es esa, si la pizza es mi pastor nada me falta.
Finjo una discusión para saber cómo esta él en realidad, después de veinte minutos sin hablar se sienta a mi lado y me dice "Tú sabes que odio que no me hables, porque eso me duele" Su cara lo decía todo, si era cierto, si me necesitaba, estaba sentado a mi lado y le extendí la mano "Ven acá dame un abrazo, deja que te acaricie y te digo que me pasa" sabia que iba a acostarse en mis piernas como el niño que es, lo abracé, le besé la espalda, le besé el cabello, le hable muy suavemente en el oído, froto mi mejilla contra la suya, lo besó y me besa, le coloco mis manos en su pecho, estaba tibio, sonreí, lo miré y volví a besarlo, el aroma azul seguía en su piel, ¿azul? pero porque siempre veo ese color ¿azul? él es azulado, que rico huele, no ustedes no entienden ¡que rico huele! que olor más agradable, huele a paz, a una tranquilidad deliciosa, huele azul, comienzo a acariciarle el cuello, mi lengua tibia lame sus labios fríos, sonrió, nunca dejo de sonreír mientras lo besó, mi lengua pasa sobre la suya, él pasa su lengua sobre la mía, luego me atrapa la lengua con su boca y chupa como si mi saliva fuera dulce, suspiro. La preocupación se convierte en deseo, en un deseo mordaz que calienta mi aliento y suaviza mi voz.
Vamos de nuevo a la cama fría, me libero de la trampa para mariposas, meto mi lengua húmeda debajo de su labio y deslizó mi lengua hacia un costado a la oscuridad de su boca, chupo suave sus labios de manera constante como si me alimentara con su saliva. Me alejo lento mirándolo, todo mi cuerpo esta en contacto con el suyo, siento su piel, Thibault siempre esta frio, yo solía ser como él, decía lo mismo que él "yo no puedo producir calor, siempre estoy frío" aun así después de todo yo empiezo a sentir una calidez simultanea en los senos y en mi sexo, mientras me besa pero yo nunca salgo del perímetro porque estoy bien vigilada, él es aprensivo, abraza y no suelta, sujeta y no suelta, se anuda con las manos y los pies, donde quedan sus manos es el límite más allá no, ni pensarlo, es demasiado protector incluso en una habitación completamente solos, en esa soledad él se libera del protocolo social, y yo juego al escape para que él expresé su instinto dominante, sus uñas en mi espalda, las clava para hacerme sentir su deseo pero no me lastima jamás, me dejo caer en la almohada, le acarició la espalda, pero no lo miro, él me busca con la mirada, y como yo me hago la tonta, me muerde el cuello, me muerde varias veces, un castigo delicioso de un hombre que me da cada gota de su atención, sabe donde morderme para provocarme, empieza a hablar en francés, dios mío, jamás una voz me había enamorado tanto para no irme jamás de este sitio, de esta vida, de este hombre.