-¿Estas escribiendo?
-No, estoy conduciendo por California cantando all you need is love- dije levantando la mirada incrédula y soltando el lápiz
-¿Sobre que escribes?
-Mi vida y mis problemas
-Esto no paso así...
-¿Ah no? ¿y como pasó? Además tú que sabes ¿vives en mi cabeza? No, ¿ves las cosas como yo deseo verlas? No, me hablas del pasado como si pudieras volver atrás cada hora y ver la película de mi vida, ¡hola ser humano!, vivimos en una burbuja con tierra y agua que flota en la antimateria dentro de un miserable rincón abandonado del cosmos ¡todos los días! No es que yo entré a la escuela por la mañana y se me olvide que vivo en un planeta insignificante abandonado a su suerte, apenas tienes catorce años y me estas diciendo que sabes la lógica del universo, de mi vida, de una vida que no conoces...
-Tengo quince Ana, tú tienes catorce
-¡Ay perdón su majestad imperial! ¡córteme la cabeza! Una vuelta al sol que me faltó dar ¡dios cuanto conocimiento perdido! muero de ansías por ver como la verdad aparece en mi mente en el momento que cumpla quince años, para tristemente darme cuenta cuando me meta a la cama por la noche que la verdad no aparece mágicamente con la edad. Cuando pienso que no puedes caer más bajo, ¡boom!, se abre la tierra y sigues cayendo Carolina
-¿Me puedes prestar ese lápiz?
-No.
Cerré el cuaderno y el libro de inglés de golpe. Tomé el lápiz con el que estaba escribiendo y lo metí en mi cartuchera. Me levanté de la mesa con la mirada clavada en los libros polvorientos de la biblioteca, la secretaria, y la puerta de salida.