Uno de mis tantos miedos al llegar a la vejez es sentarme y pensar que talvez perdí a un hombre que me amaba, pero de lo único que estoy segura ahora mismo es que de todos los hombres que conocí, ninguno me ha amado realmente, también, para hacer justicia claro, tengo que admitir que a todos ellos los he olvidado, pero eso aunque es triste de decir, también es un gran alivio para mí.