-Esto es una razón de expulsión segura, ¿tiene alguna idea de lo grave que es esto señorita McCormick?-me dijo la rectora con un aire frío y luego continuó -¿Carolina que fue lo que paso?
-Ana se volteó y me clavó un portaminas en la pierna
Las mojas eran criaturas silenciosas, yo sentía que ellas escondían partes de su vida como escondían su cabello. No me producían confianza alguna, había algo en ellas que mi naturaleza no aceptaba, era la falta de libertad que ellas tenían, esa renuncia a todo lo material me aparecía en muchos casos falsa y sospechosa. El colegio puede decir que fui educada en un catolicismo ortodoxo, pero la verdad era que no hubo manera posible de integrarme a la comunidad, desde los cinco años yo me dormía, y hasta roncaba en la iglesia que tenia el colegio.
La rectora solo me clavo sus ojos negros llenos de desprecio mientras sus manos buscaban algunos papeles en el escritorio, me miraba como si yo fuera el diablo con uniforme, yo la miraba sin sentir absolutamente nada, salvo claro, una tremenda curiosidad por la falta de neutralidad en el asunto. Carolina acababa de llegar de la enfermería, le habían sacado la mina que estaba clavada dentro de su pierna y estaba sentada junto a la pared mirándome frente al escritorio mientras la rectora me hablaba furiosa.
-Yo no le clave la mina porque si
-Señorita McCormick ese comportamiento no va de la mano con los valores del colegio, vamos a tener que tomar medidas para una expulsión, un miembro de la comunidad no puede hacer este tipo de actos vandálicos que están fuera del manual de convivencia
Perdí la motivación de defenderme porque la verdad odiaba ese colegio y aunque no planeaba que me echaran salirme de allí era más una razón buena que mala, sin embargo la palabra "expulsión" era algo que no quería para mi currículum. La puerta se abrió de golpe, y otra monja llegó a la rectoría con una voz de preocupación muy fuerte.
-¡Ana! ¿Ana dónde esta Ana?
-Hermana ¿Qué ha pasado?- contesto la rectora cambiando su tono de voz
- ¿La señorita McCormick esta aquí? La rectora me miró con curiosidad. E inmediatamente sentí la mirada de la subdirectora en mi espalda desde la puerta, también sentí como Carolina esperaba que yo dijese algo. Pero nada, yo no quería hablar, hubo sólo un silencio muy corto. No me giré hacia la puerta, ni siquiera volteé la cara. ¿Qué hacía ella ahí? ¿porqué había venido? ¿no estaba dictando clases?
-Hermana ¿usted sabe lo que paso entre estas dos estudiantes?
-¡Si por supuesto! Es que apenas se soportan la una a la otra
-Si eso me han dicho algunos profesores
-Pero es Carolina la que empieza
El comentario creo un impacto sorpresivo entre la rectora, Carolina y yo.
-¿Cómo? -contesto inmediatamente la rectora alarmada
-Carolina es la que siempre empieza, es muy difícil controlarla en las clases, Ana es más tranquila, mucho más tranquila hermana- contestó la subdirectora con un tono de voz firme y fuerte.
-Pero es justamente la señorita McCormick quién le acaba de clavar un portaminas en la pierna a Carolina
-¿Y usted escuchó a Ana María hablar?
Carolina y yo nos miramos confundidas. Era quizás lo más particular y extraño de la amistad que teníamos entre nosotras, que los enfados nos duraban muy poco, y en ese momento ambas sentimos que estábamos en medio de otro problema, la directora estaba del lado de Carolina porque era muy cercana a ella y a su familia, pero la subdirectora que no me conocía de absolutamente nada, había llegado para defenderme en pleno desastre criminal, como si supiera cuál iba a ser mi destino ¿Porqué? yo no tenía ninguna idea, inmediatamente después de perderme en las preguntas sentí la mirada de las dos monjas clavada en mí de nuevo esperando a que yo diera mi versión de los hechos.
-Estábamos en clase y Carolina estaba jugando con un portaminas, ella me estaba tocando el cuello con el portaminas, y a mi no me gusta que nadie me toque el cuello. Le dije que dejará de hacerlo varias veces, hasta que perdí la paciencia. Eso es todo.
-¡A eso es lo que me refiero hermana! ¡Carolina es muy difícil de manejar! ¡no escucha a nadie!
-Hermana por muy difícil que Carolina sea, clavarle un portaminas en la pierna es algo inadmisible
¡no es un comportamiento normal!
-Carolina es irritante hermana, no deja dictar clases, no toma apuntes, no lleva cuadernos, no llega temprano ¿es ese el comportamiento de un buen estudiante?
-Pero las notas de Carolina son excelentes
-Si pero su falta de disciplina deja mucho que decir, Ana María se encarga de la semana cultural y la semana de Inglés y no tiene problemas de disciplina en ningún sentido
Yo no agregué nada más, no entendía porque las mojas estaban divididas en dos bandos era muy evidente que la rectora quería que todo fuera mi culpa, y asi hubiera sido si la subdirectora no hubiese llegado para defenderme. A partir de ese momento la discusión por el portaminas desapareció, las monjas se pusieron una en contra de la otra sin ceder ni un milímetro, Carolina y yo estabamos en silencio, y como ninguna aceptaba culparme por completo a mi o a Carolina se llegó a un acuerdo.
-Un castigo por dos meses de trabajo social para las dos estudiantes, y usted hermana tendrá que encargarse de que ambas lo cumplan cada tarde y se acabó este asunto
-Me parece perfecto
-Ustedes dos pueden salir de mi oficina, vayan a su clase y cierren la puerta al salir -dijo la rectora lanzándome una mirada de desdén y fastidio. Carolina y yo salimos en silencio, cerramos la puerta y subimos por las escaleras despacio.
-¿Pero que pasó?
-No lo sé Ana
-¿Cómo supo del incidente? ¿Cómo lo supo? No lo entiendo, si acaba de pasar ¿Cómo lo supo tan pronto? ¿Qué hacía defendiéndome? ¿Porqué me defendió? Ni me conoce, nadie me hubiera defendido, te clave un portaminas en una pierna, podía clavártelo en un ojo si hubiera querido, además ella nos dicta religión y tú viste mis notas en religión ¿no? son pésimas, insuficiente, insuficiente y aceptable (risas) Recuerdas cuando me raye el brazo con marcador negro permanente diciendo que era un tatuaje hindú que me protegía de los demonios
-Si es cierto, siempre odiaste esa clase pero también es verdad que tú diriges la semana cultural
-Bueno si, pero...
-Ana, estamos castigadas, seguro que van a llamar a los padres de familia
-(Risas) Mis papás ni saben como se llama este colegio
-Mi mamá te va matar cuando se enteré de lo que pasó hoy
- Puedo superarlo, ya he muerto antes
-¡Tonta es en serio! ¿porqué me clavaste el portaminas?
-Porque me estabas jodiendo, te dije varias veces que pararás de molestar además con lo que pasó hoy vas a tomarte más serio lo que yo te diga
-¡Te estaba acariciando el cuello con el portaminas! ¡no te estaba rasgando la piel! ¡no te iba a hacer daño! ¡tú me hiciste una cicatriz en la pierna!
-Si, ¿Pero que esperabas? ¡Por favor, tú sabes que yo no tengo paciencia!
-¿Pero que te pasa? ¿Cuál paciencia? La última vez me diste la mano en clase
-¿Eh? ¿Perdón? ¿yo te la di? La última vez me cogiste la mano a la fuerza ¿yo te la di? ¡no! ¡yo no te doy la mano Carolina! ¡tú me doblaste el brazo! Tuve que hacer un resumen con un brazo detrás del pupitre y fácil no fue te lo aseguro, pero me tocó porque sino tú no ibas a callarte ni ibas a dejar dictar la puta clase ¡yo no soy tierna! ¡no lo soy! ¡no puedo! ¡si pudiera vivir en el Tíbet lejos de todo el mundo, lo haría hoy mismo! ¡Así que no me jodas! ¡culpa mía no fue!
-Niñas, bajen la voz estamos en clase-dijo una profesora saliendo de un salón mientras subíamos las escaleras.