Los golpes iban hacia el comedor de madera, golpe tras golpe entrando y saliendo de la madera llevándose pedazos, las lagrimas, el dolor y la ira. La espada se clavaba y luego volvía salir para elevarse y caer de nuevo contra la madera vieja en un frio silencio.
" ¡Porque no siente mi dolor! ¡porque no escucha mi llanto! ¡Si lo estoy buscando día tras día! ¡noche tras noche! ¡aquí y dentro de mis recuerdos! ¡casi sin aliento! ¡casi sin descanso! ¡¿donde ha estado todo este tiempo?! "
Pero su voz no se escuchaba en el gran salón solo el ruido de la espada clavando su pesado filo.