16 Mar
16Mar

Cerré los ojos para ir alguna parte del universo.

El dolor se había vuelto un camino muy largo, y yo solo quería dejar de caminar. Me dejé a travesar por el vacío y la oscuridad.

Entonces el universo acarició mi corazón hasta despertarlo.

Volví a sentir el aire dentro de mi pecho y el esfuerzo de todo mi rostro para abrir mis ojos. Olía a verde, a pradera, a bosque y a libertad. 

Abrí los ojos en otro lugar.

Mis ojos se quedaron junto al suelo mirando cada trozo de hierba puramente verde. Mientras mi cabeza pensaba en algún peligro de ese lugar extrañamente familiar. La hierba terminó donde comenzaba el cabello negro de alguien tenia los ojos cerrados junto a mi.

Tú y yo nos quedamos dormidos uno junto al otro en un día soleado bajo la sombra de un bosque. Estábamos dormidos soñando que vivíamos, vivir, la vida era un sueño que nos llevó a abrir los ojos en otros lugares muy lejos de allí, pero no estábamos vivos. Nunca lo estuvimos. 

Todos esos rostros, todas esas pieles, todas esas lagrimas, todas esas voces, todo dentro de mi memoria y la tuya. Siempre volvíamos al mismo bosque con nuevas historias para compartir, todo volvió a recobrar el sentido, otra vida que había sido un sueño, otro sueño que era parte de nuestra colección, una colección de vidas en cualquier lugar del universo. 

Te he visto crecer tantas veces.

Te he visto envejecer tantas veces.

Te he visto morir tantas veces.

Qué la muerte para mí solo es poder abrir los ojos en otro lugar. Otro lugar donde estás junto a mi.




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