Durante el sueño, tuve otro sueño dentro de ese sueño.
Fui más adentro en mi subconsciente, pero no fue por accidente. Otro lugar conocido al qué ya he ido dos veces mientras duermo.
El orfanato, o el hospital para niños con problemas mentales de una época muy atrás a la nuestra. Una casa qué parece más una catedral del primero o segundo siglo. Un sitio con ventanales altísimos, gigantes, inmensos, demasiados de ellos en las paredes por dónde pasa la luz blanca. Habitaciones del tamaño de un teatro. Escaleras muy anchas, se escuchan los ecos de los pasos. Todo tan bien conservado. Extrañamente bien conservado.
Parece qué aquella catedral esta dentro del bosque escondida. Parece qué no ha sido visitada por mucha gente ni siquiera cuando termino de ser construida. En los muros de las habitaciones puedes ver los dibujos de los niños, arcoíris, personas, nubes, cielos, y una placa que dice "Orfanato y hospital para niños"
Una placa muy vieja, pero no tan vieja como la catedral-casa.
Siento qué la catedral fue el hogar de alguien o de alguna familia de poder, antes de ser asignada como un orfanato. Todavía se siente una energía intensa de fortuna y de privilegios, pienso que varias generaciones de una familia aristócrata hábito allí en sus mejores días. Una familia qué por alguna extraña razón yo siento muy cercana, mientras recorro el sitio con cautela puedo sentir fragmentos de ciertas discusiones familiares, risas, un cariño muy viejo y hasta pensar en rostros de personas qué no conozco.
¿Quiénes son? No lo sé.
Rostros que me miran con preocupación y amor, y luego desaparecen. Rostros qué llevan puesta ropa muy antigua.
Llegó a una habitación en dónde hay un dibujo muy grande y extraño en la pared. Un niño del orfanato de quién sabe qué época pasada dibujo en esa pared un hombre de tamaño real cómo durmiendo en una cama amarilla, y sobre él habían dibujadas dos líneas negras, como dos cables, uno en la cabeza y otro en la garganta.
Estaba escrito en letra infantil: "Aquí nos arreglan la mente"
Retrocedí inmediatamente, torturas psiquiátricas en niños, Dios Santo, aquella época antigua dónde los problemas mentales se trataban con electricidad. Tuve miedo, quise salir de ahí, sentí la energía oscura del maltrato en ese dibujo en la pared incluso sin tocarlo. "Ana..." Alguno de los cuatro seres humanos qué también estaban en la catedral-casa dijo mi nombre.
Me moví en dirección a la voz, llegué en dónde estaban todos en el salón principal, y todos estaban mirando las escaleras anchas.
Una mujer con una especie de uniforme estaba bajando las escaleras, con un paso muy rígido, quizás tenia cincuenta años, ella nos miraba, y aunque le daba la luz del gigantesco ventanal no podíamos detallar su rostro. "Ana, ella es el guardián de este lugar, es cómo un monje" Pero de monje nada, no conocía a esa mujer, pero estar en su presencia daba una energía de un carácter recio, duro, de reglas y de normas. Aunque no podíamos ver su rostro, yo sabia que me estaba mirando con seriedad y severidad, a mí.
La miré desafiante. Cuando de pronto sentí la luz fuerte del sol entrar por la ventana, estaba en mi cama y las hojas de los árboles afuera se movían con la brisa. Regresé. Fin.