05 Apr
05Apr

Me encontraba en las cuevas azuladas del planeta helado, estaba y no estaba ahí, mi mente iba y venia como un silencioso petirrojo buscando comida en un jardín. Mis suspiros y las miradas profundas terminaban en el suelo frio, arenoso y pálido por los pocos rayos de luz que atravesaban los ancestrales muros de hielo. El hogar para los que crecimos en la quinta dimensión. 

Tenia la barbilla tocando mi rodilla, y los pies descalzos para que me sirvieran como ancla de la realidad. Las personas dicen demasiado la palabra "solo" pero lo realmente desconcertante es que muy pocas veces en la existencia puede uno estar absolutamente solo, para mi, la certeza de qué todo estaba unido irremediablemente me acompaño desde el día que abrí los ojos hasta hoy "la separación es una ilusión" me repetía como un credo todas las noches, suspirando casi siempre al final.

-Espero qué elijas las ilusiones más bellas, ahí estas, sin vigilancia, y sin comer supongo también Ana, ya lo hemos hablado cientos de veces, por favor no me hagas repetirlo.

Orión me había leído la mente en un descuido.

Lo miré.

Si, me gustaba ser protegida y tener a alguien siempre mirándome en secreto cuidándome a la distancia, llegué a entender ese ritual y a disfrutarlo porqué ese era el orden de las cosas. Aunque a veces en algunas caminatas largas entre mis pensamientos más profundos escapaba por un momento a senderos lejanos a sus ojos, al camino trazado, y al terreno seguro. A veces me gustaba desparecer solo por un respiro de libertad, como cuando un niño dios le suelta la mano a la diosa para ir detrás de la mariposa, aunque yo sabia que luego debía volver a ser encontrada por otros para entregarme de nuevo a esa vigilancia tan antigua y tan respetable qué ahora los seres humanos quieren llamar Amor.

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