EL REGALO SORPRESA.
En el último amor qué tuve abusé muchísimo del tiempo, la ceguera y el perdón, crucé todos mis limites, y luego metí el freno de mano cosmológico, y me dije BASTA, no puede ser él. Tuve qué forzarme a pensar mientras estaba enamorada, enamoradísima, porqué la belleza del amor no garantiza qué sea autentico ni valioso. Tenia que ver de verdad y cerrar los ojos, tenia qué ver más profundamente hacia dentro en esa galería de la belleza que fabriqué para mi vida.
Tuve qué hacer una alquimia emocional complicadísima para qué el amor no me volara la mitad del cerebro y la mitad del espíritu, me sentía como un colibrí decidido a travesar la caída de una cascada, tenia qué hacerlo para llegar al otro lado a secarme las plumas entre las piedras y comer entre las flores. También hubiese preferido hacer una hoguera y quemarlo todo, y entregarme a la amargura por un tiempo. Eso hubiese sido posible antes, cuando yo no era tan consciente de las personas que me querían, ni de su compañía, ni de sus miradas. Ahora no, ahora eso no podía ser, ahora no pueden pagar los justos por un pecador. No era sabio y tampoco justo, dos cualidades qué siempre desee tener a lo largo de mi vida, y las perseguí como los ojos de un naufrago buscando estrellas.
Así, la alquimia paso por varios años y el amor tomo forma en un objeto que encierra el poder de una parte muy significativa de mi vida, qué sólo puedo ver yo. Nadie más. Los demás sólo pueden sentir mi energía sellada, pero no pueden ver la historia, ni el secreto.
Jeanne no sabe qué tiene hoy en las manos, y he decidido que nunca lo sepa. Quiero qué ella le de su propio significado e imagine su propia historia. He decidido poner mi mueca de "cualquier bagatela" Porqué es tan valioso para mi que no podía quedarme con él. Tenia qué dárselo a alguien qué confía en mi, y en quien yo confió. A alguien que no me quiere por lo qué ve, sino qué me quiere por lo que no puede ver de mi. Muy pocas cosas sé yo del amor, pero la primera qué aprendí fue qué el verdadero amor solamente nace de lo invisible.