EL NOVIO CON ALMA DE PLATA
Un navegante decidió comenzar la búsqueda de su vida. Encontrar a su alma gemela. Pero no era tan simple porque mientras los demás hombres tenían almas frágiles, de colores, de brillos y destellos pálidos, él poseía un alma de plata, de plata pura y brillante. No cualquier mujer podía tener una igual, así que él mismo decidió pasar sus últimos días de soledad en el océano porque algo le aseguraba que la encontraria alli en medio del mar.
El navegante pasó años de su vida viajando, desde el invierno hasta el verano, visitó islas, peñascos, otros continentes, cuevas que solo los piratas dibujan en sus mapas, que solo las sirenas encontraban durante las tormentas, visitó volcanes que sólo las montañas podrían recordar. Pero no la encontraba, no a su alma gemela. Cansado y viejo, el navegante pasó una noche más en su barco mirando el mar, decepcionado y sólo. De pronto, se lanzó al agua y nadó, nadó por varias horas, malhumorado en medio de la oscuridad él veía como su alma brillaba en el agua, hecha de plata no podía contener el brillo. El hombre comenzó a observar de nuevo el mar oscuro que también silenciosamente reflejaba el brillo de la luna llena, y sonrió dándose cuenta de que su alma gemela siempre lo había estado acompañado en cada viaje durante su larga vida, entonces le dijo a la luna llena que lo miraba intrigada:
"El tiempo me dejó en el lugar que tenia que estar, contigo."
EL HIJO QUE DORMÍA EN EL BALCÓN
Durante las épocas de la guerra cuando el hombre caminaba ciego por los valles del cielo había en el sur un reino de Cristal, llamado así porque fue el único reino construido en el pico de una montaña cubierta de nieve cerca de un abismo muy profundo. Delicado y hermoso se mantenía firme ante el feroz paisaje que presenciaba, entre lanzas y espadas, entre miles de guerreros que luchaban frente a frente, hombro contra hombro, entre sangre y fuego, viendo como poco a poco despedazaban a su gente y robaban de sus entrañas los más profundos tesoros. Pero en lo más alto de la última torre del palacio, habían dos cuartos cerca del abismo, en ellos habían dos niños, dos varones hijos del Oráculo mantenidos en secreto.
Uno se encontraba despierto y miraba desde lo alto la batalla entre la nieve. Mientras que el otro se mantenía en un profundo sueño entre las sábanas. La batalla siguió hasta la llegada de la media noche cuando el fuego heria las murallas del palacio, el pequeño que dormía con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue anuncia lo que será: -Moriremos-dijo con suavidad. La guerra terminaba y el palacio ya sin vida alguna comenzó a congelarse por dentro, los dos niños comenzaron a sentir como el frío invadía sus cuerpos, pasaban las horas y ambos exhaustos solo se miraban y esperaban a que el destino se apoderara de sus vidas, pero aún así, jamás se separaron el uno del otro. Pronto el que no había dormido comenzó a cerrar los ojos muy lentamente puso su cabeza contra el suelo y comenzó a dormir, luego, jamás despertó. Su hermano lloraba a su lado y sentía como el amanecer había llegado dándole calor y su protección para salir del palacio. Afuera, el oráculo, una joven mujer lo esperaba, el pequeño caminó hacia ella haciéndole saber la muerte de su hermano, ella le abrigó y se lo llevó a través del abismo.
Entre su largo viaje le preguntó a su madre: ¿Porque no he muerto? Si el destino lo había predicho antes de que llegara el final de la guerra. Y la madre respondió:
"Cuando dos personas se aman hay tanto como un corazón como un aliento, mientras un lado del corazón se vacía, el otro se llena, cuando un aliento termina otro comienza."
MI HERMANO EL PRÍNCIPE
Cerca al trono del viejo rey se encontraba la corona del joven príncipe dueño de todo lo que el mar puede tocar, todo lo que el cielo puede ver y todo lo que la tierra puede dar. El único heredero de la más larga dinastía sol. El príncipe pasaba sus noches cerca de las ventanas del gran castillo, sin nada que decir, pasaban sus días entre caballos y espadas, salía a cazar en compañía del viejo rey y pensaba en silencio en su futuro matrimonio. El rey estaba decidido como la ley lo declaraba a casar al valioso príncipe con alguna de las tantas doncellas del reino. Con la más educada, la que menos hablara, la que mejor se vistiera, la que menos comiera, la que mejor sonriera, la más alta, la de los ojos más claros, con los labios mas dulces, con el olor mas exquisito, la mas obediente, la mejor peinada, la que menos escribiera, pero sin duda la que menos pensara esa seria la mas indicada para el futuro rey.
El príncipe que nada podía reclamar y que poca atención prestaba a la lista de mujeres elegidas, caminaba todo el tiempo dando vueltas en círculos por los jardines del palacio. El dia de su boda llegó y acercándose al altar tomó a su futura mujer, le besó y sonrió, el publico aplaudió encantado a la feliz pareja de gobernantes. Durante la fiesta el príncipe caminó mirando a las parejas bailar sin decir una palabra. Con el tiempo gobernó los siguientes cien años la tierra y sus maravillas, hasta que un día murió como manda el destino y en su tumba rogó que grabaran las siguientes palabras dirigidas al único amor de su vida, una campesina que conoció cuando fue un príncipe.
"La diferencia de vivir desde el alma y vivir sólo desde el ego radica en tres cosas; la habilidad de percibir y aprender nuevas maneras, la tenacidad de atravesar senderos turbulentos y la paciencia de aprender el amor profundo con el tiempo. Sería un error pensar que se necesita ser un héroe endurecido para lograrlo. No es así, se necesita un corazón que esté dispuesto a morir y nacer una y otra vez."
EL JOVEN DIOS
El olor del incienso se siente en el aire y brillan sus ojos con la luna, y él, el dios mas poderoso muestra su forma más débil. Una tarde a la hora del regreso, Zeus jugaba entre las praderas del Olimpo entre las estrellas del ocaso, las nubes cálidas y las miradas de su madre detenida en el tiempo. Tan joven y tan débil se mantenía cerca del camino, rodeándola para robarle caricias y suaves besos, de pronto soltó su mano y miró fijamente el cielo estrellado. Vio cientos de estrellas fugaces que le saludaban con el mayor de los respetos, pasando solo para venerarlo hacían viajes infinitos a través del universo para poder ver la sonrisa del niño dios. Luego se alejaban.
Zeus las extrañaba constantemente cada mañana, durante los eclipses, durante la luna llena, cuando corría tras las nubes de los atardeceres, a esas estrellas fugaces las quería volver a ver pero era imposible para él seguirlas a tan tierna edad. Durante la noche mas oscura de la primavera su madre decidió llevar al niño a la nube más alta del Olimpo, lo llevaba en sus brazos, cansado, triste y adormecido. De pronto las luces comenzaron a aparecer, detrás de cada nube brillaban cientos de estrellas fugaces, conquistando el cielo y sorprendiendo los ojos del joven dios. La madre le besó la mejilla y susurro: "Solamente lo que es tuyo.. siempre regresa."
Vivimos a la altura de nuestros ojos entre átomos y estrellas.
LA NOVIA CON EL CORAZÓN DE ORO
En las tierras más lejanas del oriente donde el sol acaricia las últimas montañas del mundo viajaba un joven guerrero armado con un ejército de hombres, conquistando cada reino que protegía princesas y ocultaba tesoros, el joven enfrentándose a mil batallas de mil días y mil noches, rogaba al cielo y a su dios por la victoria siempre.
Durante un tiempo el joven guerrero escuchó rumores de una doncella que vivía al otro lado del río cruzando el desierto. Esa mujer había robado el corazón de muchos y era conocida como la nieta de la luna azul. Aquella doncella nació en un oasis en medio del desierto bendecida por el sol y concebida por la estrella más lejana del oriente, poseía un cabello blanco, ojos plata, piel canela y un corazón de oro. Los rumores decían que su corazón era tan valioso como su belleza, también advertían que ningún hombre había logrado conquistarle jamás, ninguno le había podido mirar a los ojos, ninguno había podido oler su cabello, ninguno había tocado sus labios alguna vez en más de 400 eclipses desde el comienzo del mundo en el principio de las eras más sagradas. El guerrero que no le temía a nada decidió avanzar bajo la noche y atravesar las dunas del desierto con su ejército hasta llegar al final del último rayo de luna llena.
Desafío tormentas de arena que azotaron a todo su ejército, el joven guerrero pidió a su dios que venciera la tormenta y así fue. El ejército avanzó y fueron atacados por ladrones con espadas y lanzas, el joven guerrero pidió a su dios que los ocultara de sus ojos ambiciosos, y así fue. Pronto el hambre y la sed llegó a todo su ejército y el guerrero pidió una vez más a su dios que no los abandonara, y así fue.
Detras del ultimo rayo de luna se veía un pequeño palacio de marfil y piedras preciosas. El joven guerrero entró, y vio por primera vez a la doncella, no había visto en toda su vida un tesoro tan valioso, la mujer le enamoró con solo una mirada, con solo un momento, el joven guerrero se arrodillo ante la mujer sagrada y proclamó ante su ejército:
"Si yo fuera tu esposo joven mujer nieta de la luna azul me volvería ateo porque no tendría nada más que pedirle a Dios"
LAS ALMAS GEMELAS QUE SE PERDIERON HACE MUCHO TIEMPO
Cuando la primera estrella apareció en el universo y dio su primer rayo de luz infinito desapareció la oscuridad. Con el tiempo nacieron mas y mas estrellas iluminando así diferentes partes del espacio y llenando de luz cada rincón. Pero solo una vez, y nada más que una vez, nacieron dos estrellas al mismo tiempo. Dos pequeñas estrellas débiles y titilantes que se perdieron en el cielo.
Eran ahora tantas estrellas como granos de arena en el mar que sería imposible estar en el mismo lugar y en el mismo momento para volverse a ver. Ambas estrellas no podían estar juntas. Perdidas entre las nubes y acompañadas por la noche se buscaban entre las millones y millones de luces, se buscaban durante las tormentas, durante el invierno y el verano, se buscaban alrededor del sol y detrás de la luna.
Sin la suerte de volver a encontrarse.
UNA NOCHE SIN MUJERES
En una fría y silenciosa noche donde los niños iban a sus camas enfermos sin que nadie les pudiera dar su jarabe, en una fría y silenciosa noche donde los hombres enamorados no soñaban, en una fría y silenciosa noche donde las miradas dulces se desvanecen, en una fría y silenciosa noche en donde los besos nunca se daban, en una fría y silenciosa noche en donde los cuentos nunca se contaban, en una fría y silenciosa noche en donde ninguna luz se encendía, en una fría y silenciosa noche en donde todos los cuartos sucios y desordenados estaban, en una fría y silenciosa noche en donde los monstruos bajo de la cama dormían, en una fría y silenciosa noche en donde ningún llanto se escuchaba, en una fría y silenciosa noche en donde los hijos no nacían, en una fría y silenciosa noche en donde los hombres no esperaban, en una fría y silenciosa noche en donde nadie se levantaba de la cama...
Una fría y silenciosa noche sin madres, sin abuelas, sin hijas, sin hermanas, sin tias, sin madrinas, sin ellas, sin mujeres.
Para mi abuela por supuesto
EL COCINERO DEL PALACIO
En la fiesta de la pequeña hija del rey, el pastelero cocinaria los platillos mas exquisitos y los postres más encantadores para que la corte y los invitados al banquete se deleitaran. Pero, el joven pastelero también era el nuevo amor de la hija del rey, le contemplaba desde la ventana largas horas en la cocina. Hasta que una mañana ella consiguió reunir el valor suficiente para declararle su amor. Pero el, que no sentía amor alguno, fue amenazado por el miedo de romperle el corazón y decidió preparar un pastel tan delicioso, que de tanto comerlo la hija del rey quedaría profundamente dormida, y el cocinero se marcharía del reino al dia siguiente, sin darle respuesta alguna que le lastimara. Y así fue.
Se preparó un pastel tan alto como un niño de diez años, cubierto por una espesa capa de chocolate caliente, con trozos de fresas hundidos, mezclado en todas partes con pedazos de algodón de azúcar, y finalmente relleno de merengue de limón. El joven cocinero estaba exhausto, cayó profundamente dormido, y sin que el se diera cuenta la mentira que ocultaba en su corazón se escapó.
Los invitados comenzaron uno a uno a probar cada pedazo de pastel que en el fondo ocultaba la mentira del joven cocinero. El juez de la corte estaba tan acostumbrado a mentir que el sabor le pareció insípido y mal preparado, la reina masticaba curiosamente su pedazo una y otra vez mezclandolo con los chismes que conocía de todo el reino, el rey que se engullo el pedazo entero ni lo saboreo ni se atraganto. Sin embargo, la mentira sabía tan delicioso en la boca de la joven que mezclada con el amor que esta sentía por el cocinero se convirtió en veneno.
EL DRAGON DE LA PRINCESA
Cerca del castillo vivía un dragón blanco en las afueras, lejos más allá de las montañas, cerca al valle del pueblo vecino. En el reino vivía una princesa, la hija menor del rey del norte y la reina del sur. La joven siempre custodiada por la guardia real durante el invierno, escapó a través de los jardines llenos de orquídeas. Corrió lejos de su hogar rodando tierras cercanas al pueblo vecino durante la tarde, y se encontró con el dragón más temido del reino. La mirada penetrante de los brillantes ojos amarillos le atravesó el cuerpo a la joven princesa que se quedó boquiabierta frente a él. Nadie sabe cómo pero ellos se quedaron juntos hasta el amanecer. El ejército del reino enemigo atravesó el valle dispuestos a secuestrar a la joven princesa que no tenía guardia alguna. El dragón blanco despertó por el intenso olor de la pólvora, las flechas cubrieron el cielo y la princesa de ninguna manera iba a abandonar a su compañero. Corrió tras de él. El dragón blanco escupía fuego y devoraba a los soldados del inmenso ejército, luchó hasta el anochecer, y murió. La guardia real y el mismo rey recuperaron a la princesa que espero volver a ver algun dia a aquel gran dragón blanco, le amaba profundamente. Con el tiempo la princesa creció pero su corazón seguía leal a su único gran amor.
Hay una única cosa que una mujer no perdona en toda su vida y es que no luchen por ella. Porque el amor verdadero se lucha dia a dia y pierde el que primero baja la guardia.
LA REINA QUE DESEABA SER REY
La mujer del rey estaba en pijama sentada cerca de la ventana de la habitación. Pensaba para si, ¿que se sentira ser un rey? Sentirse superior a los demás y que los demás obedecieran sus órdenes. Tener que liderar guerras e invasiones a otros pueblos, conquistar tesoros, ganarse el respeto y la lealtad del pueblo, viajar en primavera y volver en otoño, tener todo lo que quisiera por voluntad propia. La reina deseaba en lo más profundo de su corazón ser un rey, ella quería dominar el poder a su antojo, nombrar caballeros y doncellas, decidir qué es lo correcto y lo incorrecto, decidir quien vive y quien muere, mentir sin que nadie se sorprenda y que le crean, ser respetada y alabada, tener un corazón invencible, besar a quien quisiera y jamás enamorarse de nadie. La reina deseaba ser un rey y hacer todo lo que un rey hace.
El rey que estaba en la cama sin poder dormir, pensaba para sí: ¿Como se sentira ser engañado, humillado, y vivir toda la vida postrado bajo el mando de otra persona?
Y en el fondo deseaba no haberle roto el corazón a la reina.