10 Jul
10Jul

Colgué. Sentí como se abría el vacío en frente de mi. Lo sabia. Mi madre lavaba los platos, mi abuela dormía en un auto, Ana soportaba un dolor en la rodilla que no la dejaba caminar, todo se chocó contra mi. Él tiempo se nos había acabado, mi familia se estaba acabando, estaba cambiando, lo veía venir, cuando nadie lo sentía, yo podía ver el abrumador cambio que acontecería los años siguientes, mi madre, mi abuela, mi nana, los tres pilares mas fuertes de mi vida se iban envejeciendo, se quedaban en mis recuerdos, era yo ahora una mujer, era yo ahora quién debía construir el camino que nos faltaba, era mi responsabilidad ahora, seguir, seguir sola si era necesario. Frente a mí habían mil desafíos, y una montaña de dificultades, pero tenía que construir el camino que ellas ya no podían seguir construyendo. Todas habían sufrido, todas habían llorado, todas me habían cuidado, todas habían sacrificado demasiado por nuestra familia, por mantener nuestra familia unida. Estaba frente a mi destino en una noche fría. Frente a una brisa helada en verano. Mi abuela, que era con seguridad la mujer que mas amaría en mi vida y en los años siguientes en mi adultez, la mujer que me llevaba a piscina lejos de casa, cuando corría entre los árboles y me bañaba el cuerpo con las hojas secas, cuando atrapaba pececitos con las botellas de soda, la mujer que me daba guayabas y bocadillo con queso, la mujer con la que me dormía por las tardes y la que me dio los mejores regalos en navidad. La que me llevaba al hospital. La mujer que siempre vi cuando abría la puerta al llegar, la que siempre estuvo tejiendo, la mujer más tranquila que he conocido, la que vino de un pueblo y creció sin papás, la que se hizo enfermera, la que se enamoró de un mecánico y sacó cuatro hijos sola. A la que no le faltaron ganas de bailar en las fiestas que hacía en su casa, la que siempre me quiso llevar al circo, la que me compraba helados después del colegio y me daba pan de yucas y roscones de arequipe en la panadería de la esquina, la que me llevaba a las iglesias y comer avena con mantecada, la que hacia comida para veinte personas ¡ah esa generosidad! La que se iba para Canadá y lloraba en el aeropuerto, la que esperábamos para que abriera las maletas llenas de regalos para todos, la que amaba los gatos. La que me llevo a todos lados en el carro y la que hice esperar mil veces, la mujer que armó el pesebre más grande cada navidad, la mujer que primero abracé antes de venirme a Francia. Aunque todo fuera tan difícil y oscuro, aunque yo no estuviera lista, estuviste por fin para verme partir, como me lo prometiste tantas veces. Yo levanto la mirada llena de lágrimas. Porque esto lo tenía que escribir. 

Esa necedad con la que me viste crecer se ha vuelto una voluntad de oro firme. La torpeza y la ignorancia con la que me revelaba y esa grosería que tenía para hacer lo que quisiera y con la que nadie pudo lidiar. Ese orgullo que cargué en los ojos desde la primera vez que armé un castillo con los cojines de la sala y te formé mil pataletas y mil escándalos cuando tenia que ir a gimnasia olimpica, y a los otros cursos en los que me sacaban. Tus ojos me han visto crecer, me han visto fallar y hacer las cosas bien, he aprendido a hacer las cosas bien, suspiro tranquila, porque al fin aprendí a hacer las cosas bien. Soy la niña torpe y malcriada que ahora esta por convertirse en el héroe de la historia, si tan solo se esfuerza más de lo que puede, si tan solo resiste más de lo que el cansancio le deja, si sigue corriendo a pesar del sueño, si tiene la fuerza para soportar el hambre sin delirar, si sigue nadando a pesar de que se esté ahogando, y si pelea a muerte por cada centímetro para proteger su tranquilidad. Hay tanto que debo enfrentar, tantas batallas que me esperan y tanto dolor que me va a bajar por las mejillas, tantas noches en las que me desesperaré y tenga que encontrar las respuestas sola. Como tú lo hiciste antes de mí. Ha sido una vida muy larga y llena de sorpresas abuela. No puedo prometerte que no te voy a extrañar, porque siempre me harás falta no importa lo mucho que haya estado contigo, siempre te voy a extrañar, no hay remedio. No sé quién se hará cargo de nuestra familia cuando decidas marcharte, no lo sé, pero yo por mi parte quiero ser ese refugio donde los que busquen resguardarse del frió y de la lluvia encuentren un lugar para descansar y protegerse. Quiero servir como las murallas de un viejo palacio. Como tú lo fuiste para mi. 

Me esforzaré. Para que la próxima vez que me veas, veas un héroe. Y me digas;

"Tú puedes hacer lo que quieras en la vida, sino lográs algo, es porque tú no quieres"


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