05 Apr
05Apr

La ira me acariciaba la piel, la respiración comenzaba a ser más y más profunda, mis ojos se quedaron clavados en el muro blanco, húmedo y frío donde estaban las camas. Protestando en silencio Carolina se negó a salir del cuarto, no sé en que momento la puerta se cerró. Dejando a las dos almas completamente solas alejadas del resto.
Nos quedamos allí sin mirarnos a los ojos.Ella estaba mirandome, y su mirada analítica buscaba mi voz. Empezé a sentir el estrés queriendo salir de mi tan bien ensayado papel de "Todo me da igual" mi primer y mejor personaje en el teatro de Londres. Miré hacia el suelo en un intento desesperado por que Carolina quitará el seguro, abriera la puerta y se fuera. ¡Vamos lárgate!- pensé y le grité en mi dolor. Pero no lo hizo.
Sabia que ella no iba a irse, pero no quise perder la esperanza de que pudiera salir en el último minuto y asi evitar que mi explosión se llevará una parte de ella también. La quería, si, seguramente más de lo que podía entender, pero yo habia sido maltratada por tanto tiempo, tan ciega y tan abandonada, que mi tristeza desataba una profunda violencia, contra mi, contra todos, contra todo, liberando un odio terrible contra la vida y contra los vivos.
Miré el muro blanco por última vez y cerré los ojos. Salté al vacío. Abrí la boca para gritar de la rabia, de la locura, de la desesperación, un grito mudo desató un calor en todo mi cuerpo, la sangre se disparó hacia todas las direcciones, perdí la visión con las lágrimas, la sensación de lo real y lo no real. Carolina con miedo y cómo pudo me abrazó por la espalda en un intento inútil por calmarme, por devolverme de adentro hacia afuera, por rescatarme del incendio.
Pero fue inútil.
Yo me movia como un animal hambriento, herido, desbocado, confundido y agresivo, un oso de circo que se golpeaba contra los barrotes en un jaula. El jadeo fue tan pero tan fuerte que Carolina pasó de decirme "¡Calmate Ana!" a no decir absolutamente nada, la niña, porque era una niña estaba abrazandome con todas su fuerzas, mientras yo la golpeaba con todas las mias, ella mantenía mis brazos cerrados con los suyos, su religión suicida de no abandonarme, mientras yo jadeaba brutalmente sin razón alguna golpeándome contra lo que encontrará a mi paso, haciéndolo todo peor, porque mi religión era empeorarlo todo hasta que no quedará nada más, destrozándolo todo, incendiandolo todo, inundandolo todo, sacrificandolo todo, hasta que ya no tuviera fuerzas, hasta que no me quedará nada. Mientras un planeta colicionaba contra el otro, en uno de mis intentos por soltarme y sacarla del cuarto perdí el equilibrio, perdimos el equilibrio, y caímos en la cama. Mi jadeo empeoró como el de un pez fuera del agua, mis músculos golpeaban los de ella, mis huesos golpeaban los de ella, estaba yo ciega por tanta rabia, yo no sabia como reparar tanto dolor. Carolina se aferraba a mi parte racional sin tener ella la culpa de nada. Ella me hablaba pero poco comprendí de lo que decía. La fuerza de ella se sentía en todo mi pecho como un cadena de hierro, y eso me desesperaba, ese afán por calmarme hacia que me retorciera más, que me llenara de una rabia frenética como un loco con camisa de fuerza recién puesta gritando en un sanatorio, como un lobo moviendo la mandíbula tratando de morder, mientras esta en vuelto en una red de sogas con la boca ensangrientada. Yo daba vueltas en la cama, dábamos, porque yo la arrastraba a ella entre las sábanas, girando de un lado a otro en el colchón, podia escuchar los golpes de la madera, no dejaba de moverme enfurecida porque me soltará y me dejará en paz, porque se fuera y me dejará allí sola, perdida, adolorida, desesperanzada, y llorando. Pero Carolina es el trágico tipo de persona que no abandona, que le cuesta dejar a alguien que le esta haciendo daño, y era lo que yo más le hacia: Daño. Mi yo de adolescente, fue por mucho el peor "yo" que tuve en toda mi vida porque fue el enemigo más difícil a vencer. Caro trataba como podía de hacerme entender pero era como tirar piedras en invierno a un lago congelado, a mi no me importaba salvarme, solo quería hacer daño, a algo, a alguien, hacer sufrir al mundo porque yo sufria, hacerle sentir algo de dolor a otro que no vivia mi vida para que compartieramos mi realidad, la oscura realidad que yo si tenia que vivir y el otro, no. Como me enfurecia ver la vida de los demás tan falta de dolor y de tragedias, y la mia tan solo llena de eso, rabia es lo que sentia todo el tiempo, de lo injusto que es el mundo con todos nosotros. Por eso odio la vida, porque a la vida no le importa quién eres, ni le importa si sientes pena, si te mueres de dolor, si te botas de un balcón, si le partes un botella a alguien en la cabeza, si pierdes tu dignidad, si llevas cinco años sin trabajo, si te roban el teléfono, si quedas tuerto, a la vida no le importas tú. A la vida lo único que le importa es que te mueras cuando tienes que morirte, todo lo demás le vale un comino. Y yo le valía un comino a la vida.
¡PUTA MADRE QUE ME SUELTES! ¿PORQUE NO TE LARGAS? -grité enfurecida.
Hubo un profundo silencio.
Abri los ojos y giré la cabeza hacia mi hombro. No dije nada, me quedé muda. Escuché mi respiración desacelerarse bocanada de aire tras bocanada. Carolina tenia su cara contra mi espalda sin decir nada, sentí su miedo, no podia verla pero no deje de mirar mi hombro, guardé silencio mientras esperaba. Caro había dejado de hablar pero no me soltaba.
-...¿Ana te calmaste?... -ella susurró
Yo había vuelto a ser un estudiante común y corriente. Queria preguntar, decir algo, pensar en que nos habia pasado, mi ataque de nervios de toolder malcriado era inaceptable, dios mio soy un monstruo, soy todo menos normal, por eso es que no tengo amigos, por eso es que la gente me tiene miedo, por eso es que a mi me gusta estar sola porque soy un terrorista emocional, señor, ¿le habre partido el brazo? ¿contra que le abre pegado? No puedo recordar nada, porque me cuesta tanto controlarme, ¿y porque ella no se fue? ¿porque no me dejo sola? ¿porque todavia me esta abrazando? ¿es que acaso no le duele? Pero no dije nada. Dejé caer mi cabeza hacia atrás sobre la de ella.Sentía su fuerza, aún me apretaba para mantener mis brazos cerrados. No me molestaba el dolor. Seguí respirando despacio, y ella seguia escondida detrás en mi espalda sin decir nada. Traté de analizar que habia pasado, Carolina estaba sobre mi espalda como en los documentales criminales de Discovery, un policía tratando de mantener a un criminal armado contra el suelo, pero no estabamos en el suelo, estabamos sobre la cama, suspiré, menos mal caímos aquí pensé, recordé de inmediato que Carolina y yo solemos terminar en el suelo casi todas las veces que iniciamos una pelea por alguna estupidez. De manera general ella tenia más fuerza que yo por su entrenamiento en karate, pero yo era mucho más tramposa, y más manipuladora. Caro siempre jugaba limpio.
Más silencio.
Mientras recuperaba el aliento comencé a escuchar lo que sucedia fuera del cuarto. Las voces de los otros estudiantes, la actividad que estaban preparando, las risas, los pasos y el ruido en las escaleras. La noche. Seguía con mi cabeza hacia atrás mirando el muro blanco, Caro estaba en mi espalda apretándome con fuerza, nadie decia nada, lo cuál estaba muy bien para mí porque amo el silencio, el silencio me tranquiliza, me ayuda a pensar, quería que nos quedáramos allí más tiempo, quería hablar, disculparme, explicarle porque yo estaba tan mal, quizás tratar de que ese recuerdo tuviera un lado menos oscuro.
Pero lo que dije fue:-Diana viene para acá, tienes que irte.

Me gustaba estar con Carolina, pero era completamente incapaz de tratarla con cariño. Mostrarme vulnerable era algo que en definitiva no sabia hacer a los catorce años. Caro siempre fue más tierna, y yo lo sería los años siguientes, de hecho mi ternura se convertiria en uno de los mejores rasgos de mi personalidad, quizás en uno de los más fuertes, me permitiría ser profundamente romántica, y aunque traté de destruir mi propia naturaleza incontables veces, el amor sería un continuo sobreviviente de cada tragedia que estuviera destinada a pasarme. Pero, a esa edad yo estaba muy lejos de explotar todo el potencial que tenia.
Carolina me soltó.
Me levanté de la cama, y me pasé las manos por las mejillas borrando los restos de lágrimas. Yo estaba lista para que se abriera el telón rojo y comenzará el segundo acto en el teatro de Londres. Me sacudí la ropa, Carolina se levantó, no la miré, estaba pensando en Diana, cómo se me pasó por alto ese detalle de que Diana duerme conmigo, si ella necesitará entrar empezaría el festival de preguntas, y yo odio dar respuestas, de hecho todavía detesto a los involucrados innecesarios en mi vida. Con Carolina bastaba. No quiero tener que darle explicaciones a toda la maldita escuela. Con lo mal que me cae esta gente a penas si puedo soportarlos.
Quité el seguro y abrí la puerta.
Ni siquiera sabia si Carolina habia llorado, y si lloró, no le busqué un klinex para que se secará las lágrimas, ni siquiera la toque para buscar si tenia alguna herida, ni siquiera le di las gracias por estar allí conmigo ese día. Simplemente le pasé un mirada rápida antes de que se fuera para confirmar que podía caminar, y me aseguré de que bajará las escaleras hasta el primer piso.

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