Entre al baño. El espejo era realmente enorme, el silencio era hermoso, me gustaba tanto estar sola que muchas veces sólo me quedaba en el baño para estar sola mirándome en el espejo. Mirándome a los ojos. Nadie habla de como se ve el artista a si mismo porque hay una profunda intimidad y una silenciosa violencia en contemplarse a uno mismo en un espejo, en cualquiera que sea.
Veía como las grietas estaban ahí, esas grietas no habían cambiado, veía mis vacíos tan claramente como veía mis pestañas, veía mis miedos cómo podía ver mi cabello despeinado, mi profunda soledad y un abandono escalofriante. Baje la mirada por un segundo.
Mírame...-Susurre para mi, y un oscuro recuerdo nublo mi visión.
-¡MIRAME POR UNA VEZ DE VERDAD! ¡Míra, lo infeliz que es tu hija! ¡Lo infelices que son tus hijos! ¿Es que acaso no te angustia ver que tus dos hijos están muertos por dentro?
-¡Ush, Ana María deje de hablar así!
- ¡¿Porque?! ¡¿A caso en esta familia alguien me escucha?! ¡¿Acaso me ven como soy en realidad?! ¡NO! ¡NO! ¡NO!